15 julio 2005

Lecturas saloneras (II)


Narciso Bello, un bon vivant.

Vale, sí, volvemos a las andadas; un porrón de días sin actualizar. Y es que el traslado de mi medio y hábitat natural (Madrid) y posterior injerto aquí (León) me está sentando fatal.

Inmerso en la apatía veraniega no hago más que recordar veranos con doce años leyendo sin parar y merendando bocadillos de salchichón con mantequilla (puagh, algún día escribiré algo sobre comida y libros). Cuando cuatro meses de vacaciones eran una gran balsa atiborrada de libros y tebeos bajando perezosamente por el río Yann. Ahora sin embargo es la gran meseta de Leng, pedregosa e inhóspita donde un mago con una máscara de seda amarilla me tiene atrapado, hechizado, apático, hastiado y aburrido, incapaz de hacer nada. Coño, que estoy muy vago.

En fin, basta de lirismo que me estoy empezando a dar un poquito de asco. Cinco lecturas tebeísticas a ratos perdidos (el desayuno y el váter, entre tareas domésticas, dan para mucho si se sabe uno administrar).



Cycloman de Charles Berberian y Gregory Mardon. Ponent Mon

Berberian, guionista de "El señor Jean" entre otras cosas, se divierte con su afición a los superhéroes insertando respetuosamente la idiosincrasia de los tebeos de género en un ambiente que mantiene las constantes de su obra. Emile, un pringadete rozando la treintena que se dedica a opositar (o sea, a no hacer nada con una buena excusa) y a quien le aterra el compromiso con su novia/amiga, encuentra por casualidad un armadura superpoderosa. A partir de ahí desarrolla una comedia superhéroica-costumbrista con interesantes ideas (ese traje inmenso por dentro que se convierte en una especie de mecha japonés o esos típicos momentos Peter Parker vistos desde una óptica de tebeo francés). Correctamente resuelto, mi problema no acabo de entrar en este tebeo porque el tema de los veintimuchoañeros reticentes al compromiso que lo superan, al fin se hacen mayores y maduran (en este caso gracias a un traje de superhéroe, irónicamente todo lo contrario que ocurre con los superhéroes americanos que gracias a su condición se pueden permitir no crecer jamás) no me interesa demasiado aunque reconozco que no es más que un prejuicio personal (lo siento, madurar como lo entiende Dupuy es rendirse). El dibujo de Mardon, parecido a Peteers o un Dupuy sucio no me ha gustado demasiado. Aún así se deja leer, eso sí, casi tres talegos de los de antes




Buscadores de tesoros/Babel de David B. Sinsen tido

Obra mainstream (entendiendo mainstream al estilo francés de tebeo de aventuras de toda la vida) del gran David B., el autor francés que me tiene totalmente encandilado con su "La ascensión del gran mal". En este caso David varía de registro pero manteniendo sus obsesiones ya conocidas en "La ascensión..."; los cuentos y leyendas, el ambiente onírico, la fantasía desbordante... En este caso se nos narra una aventura protagonizada por un grupo de "héroes" (en un movimiento no demasiado lejano a la Liga de Caballeros Extraordinarios de Moore) en el Bagdad de las Mil y Una Noches. Tomando como punto de partida la maravillosa historia de "El profeta velado" publicada en el "Nosotros no somos los muertos", David retuerce la estructura habitual de folletín de aventuras en un laberíntico y extraño relato a ritmo de narración popular. Lástima que, como viene siendo habitual, este volumen sirve básicamente para presentar personajes y plantear el conflicto. El dibujo de David es tan estupendo como siempre en la composición y esos claroscuros tan rotundos, uno de los pocos dibujantes que no hace cine de los pobres, las historias que cuenta David, tal y como las plantea, sólo pueden contarse en historieta. Lástima que el color no sea de lo más apropiado, incluso lo hubiera preferido en B/N.

Además Sinsen tido nos ofrece "Babel", una recopilación de caras b de "La ascensión del gran mal" enfocado en la obsesión de David con los relatos bélicos y la mitología popular. Despliegue deslumbrante de composiciones abigarradas, laberínticas y surrealistas en un sugerente bitono rojo. Necesario para todo lector/admirador de "La ascensión del gran mal".



La serpiente roja de Hideshi Hino. La Cúpula.

Al rebufo del cine oriental de terror y después del supongo exitosa publicación de maestros del espanto japonés como Maruo o Ito, La Cúpula nos obsequia ahora con otro de los autores de terror más importantes de su país, Hideshi Hino.

Dando por sentado el precedente de Ito y Maruo uno espera que Hino se mueva en las mismas coordenadas de los anteriores; un dibujo preciosista ilustrando detalladas escenas delicadamente repugnantes, enfermizas y turbadoras. Nada más lejos de la realidad, el dibujo de Hino es tosco y crudo, una especie de Tatsumi pero más básico aún. Y sus historias (al menos ésta) aún más demenciales que las de Maruo o Ito. Pero a su vez mucho más poéticas y pertubadoras, que resuenan durante mucho tiempo en lugares de la memoria que creía ocultos.

La historia se cuenta desde el punto de vista de un niño que vive con su familia (una familia, que, siendo suaves podríamos calificar de "disfuncional") en una casa tradicional japonesa inmersa en la nada y la negrura, como si de un Titus Groan oriental se tratara. Poco a poco Hino va relatándonos las rarezas de la familia mientras el tono de teatro grotesco va subiendo poco a poco en un brutal crescendo como un contenido acceso de ira hasta que el tebeo se convierte en un grito desquiciado entre coágulos de sangre. Y cuando te tiene ya medio mareado por la furia desatada, la historia se derrama en un estanque de extraña placidez onírica hasta su desconcertante final.

Este tebeo es como penetrar en los terrores profundos de un trastornado, en un Edward Gorey japonés a lo bruto. De lo más bestia que he leído en bastante tiempo (y he leído cosas muy, muy bestias). Ah, no se pierdan el epílogo donde Hino nos relata con todo lujo de detalles como el médico le sometió a una humillante inspección rectal bajo la atenta mirada entre risitas de la enfermera, si esto no les ha convencido para comprarse este tebeo, nada lo hará. Estos japoneses están locos.




X-Statix: "De entre los muertos" de Peter Milligan y Michael Allred. Panini

Venga, pues tras tanta cultura europea, tanta cosa rara y tanta polla, una de superhéroes, como debe ser. Ah, vaya, que esto son superhéroes para listillos... En fin, siguen las aventuras de los estáticos, esta vez con el polémico y censurado arco argumental en el que Lady Di se une al grupo de estrellas mediáticas.

A pesar de que he leído en algún foro que esta serie ya se repite demasiado, yo diría que se avanza sin moverse del sitio (jeje). Es decir, el tono de la serie es muy claro y no va a dar cambios radicales ahora. En mi caso estoy encantado del abandono del culebrón mutante de coña (la revisitación irónica del romance Cíclope-Jean Grey con Sensible y U-Go Girl como protagonistas en plan exploración de personajes me resultó francamente coñazo) para volver al cachondeo postmoderno alocado y demencial a lo Silver Age pero en listo. Vamos, que si el mundo fuera como tiene que ser este tebeo daría inicio a una gloriosa Plastic Age. En este caso me he divertido mucho con las aventuras de Lady Di y los X-statix en su vovevil mediático.

Lástima que el famoso personaje tuviera que ser cambiado al final por un híbrido entre Britney Spears y una princesa consorte presentadora de televisión, cosa que obliga a tener un previo conocimiento de la abortado proyecto para poder disfrutarlo completamente. Pero si visualizas a Lady Di la diversión está asegurada, sobre todo por las perlas que suelta por esa boquita. No va a cambiar tu vida pero es tan satisfactorio como atizarse un buen helado de chocolate. Ah, Allred muy bien y sin tramas fotográficas, mejor.




Sharazad de Sergio Toppi. Planeta

Esto son ya palabras mayores. Y aparte de disfrutar de un bellísimo álbum encima me descubre un mundo de historietistas italianos de los cuales apenas sabía de oídas (excepto un par de álbumes del maravilloso Dino Battaglia que andarán por alguna parte de la casa de mis padres). Porque no conocía el trabajo de Toppi (estas cosas llegados a una edad mejor reconocerlas y pasar de puntillas sobre el vergonzante hecho), y después de echarme este álbum a las pupilas me he dado cuenta de lo que nos hemos estado perdiendo.

En Sharazad, Toppi adapta diversos cuentos de las Mil y Una Noches (como el lector/a medio de la estación es un tipo culto, leído, alto, guapo, elegante y hasta mayéstatico, me ahorro recontar en que consisten). A pesar de ser una obra de encargo realizada en los años setenta, Toppi disfruta de toda libertad para experimentar con su abigarrado dibujo y la composición de página, logrando un resultado excepcional y hermosísimo (que seguro dejaron a Bill Sienkiewicz totalmente alucinado) donde los diversos aspectos de la historia se integran en bellas viñetas-página como metáforas de los elementos que componen el cuento, logrando una narración fluida como la de la propia Sharazad, un perfume embriagador de jazmin lunar una noche de verano en los jardines del Califa.

Lo dicho, una maravilla, en cuanto lo hojeéis lo compraréis sin ni siquiera mirar el precio. Seguro.

3 comentarios:

Andrés dijo...

Joder... En dos semanas estoy de vuelta a España y mi bolsillo tiembla... Se me habían pasado por alto muchas cosas.

Qué buena pinta tiene el Sahrazad. Ese cae fijo.

Nacho dijo...

Gracias por las opiniones, que me han permitido descartar tanto el "Cycloman" (joder, 18 euros por uno de supes que no rompe son muchos euros), como el japonés de terror (no tengo estómago), y dejar de lado el de David B. (otra vez el precio; todavía estoy ahorrando para pillarme "Los combates cotidianos" de Larcenet). Te haré caso con Toppi aunque contradigo tu afirmación final. Lo hojeé y lo dejé en la estantería. Demasiado años 70/80 para mi. Pero hay que hacer caso al que sabe.

fonz dijo...

Pues mira que puse convencido del todo esa última frase, jejeje. Hombre, si no te ha atraído el de Toppi déjalo, que son otros dieciocho créditos del ala y no quiero cargar con eso sobre mi conciencia. Y es cierto, tiene cierto aire años setenta, pero ya con un saborcillo de clásico que ha superado la prueba del tiempo (cosa que a "Las crónicas del sin nombre", de la misma época por ejemplo, no le ha pasado).

Cinco novelas de 2023