Da la casualidad que las dos últimas novelas que he leído tratan sobre el tema favorito del Dr. Muerte; el poder. A falta de leerme alguna obra definitiva sobre el tema, tipo El príncipe de Maquiavelo, El camino de Escrivá de Balaguer o alguno de Aznar, me conformo con morralla de género. El poder visto por la ciencia ficción desde dos perspectivas e intenciones muy diferentes, ambas estimables. Aquí van.
Los tejedores de cabellos - Andreas Eschbach
Bibliópolis. Rústica, 224 pag, 17.95€
Excelente fix-up (conjunto de relatos que forman una historia más grande) sobre un imperio galáctico gobernado con mano de adamantium por un cuasi-divino e inmortal Emperador mediante un milenario lavado de cerebro religioso y social basado en la tradición que marca a fuego la fe de los súbditos en su infalible e inmutable Imperator como si fuese la imagen viva del poder absoluto hecho carne. Añádase a todo esto unas gotas de misterioso y legendario distanciamiento a la oriental y ya tiene el perfecto sistema despótico con el que usted siempre había soñado para sus partidas al Civilization. Pero en una de las galaxias más remotas y olvidadas de la mano del Conducator, los habitantes de un planeta desértico tejen alfombras de cabellos a cantidades industriales enviadas posteriormente a decorar el palacio del amado Duce.
Vaya por delante que éste es uno de los libros que más he disfrutado últimamente. El escritor alemán Andreas Eschbach demuestra de nuevo la eficacia de la ciencia ficción como herramienta para analizar el mundo que nos rodea, en este caso, como si se tratara de una expansión cósmica en cuatro dimensiones de 1984, el poder absoluto, el mecanismo que lo mantiene y alimenta, su carácter mutable pero eterno y, sobre todo, la gente corriente y moliente que lo sufrimos. Y lo que es, en mi opinión, más interesante, a la hora de tratar un tema "profundo", Eschbach no renuncia a lo materiales más "de derribo" de la ciencia ficción, trabajando con esa cacharrería que mantiene al género fuera del parnaso de la cultura oficial. No faltan aquí ni el Emperador Galáctico, ni los rebeldes que pretenden derrocar al Imperio, ni las naves, ni los portales interestelares, ni las batallas espaciales, ni el planeta sumido en una especie de medioevo de corte fantástico. Y sobre todo, esa potente metáfora que es el tapiz de cabellos, un objeto hermoso que cuesta una vida fabricar y cuyo destino final nadie conoce.
Así, Eschbach, teje un intrincado tapiz (lo siento, no he podido evitarlo) en el que, con una sutileza y habilidad pasmosas, te consigue interesar lo mismo por las pequeñas historias de los personajes que pululan ese mundo desértico que por los asuntos de alta política imperial, donde el personaje central es el Poder mismo, los mecanismos que lo mantienen y eternizan, y su tendencia a la autoperpetuación, como si dicho poder fuera un ente vivo con capacidad de decisión propia. Y, sobre todo, un retrato de nosotros, pobres pringaos que sufrimos dicho poder, como lo sostenemos sin nisiquiera ponerlo en duda y, como, al final, cuando desaparece todo en lo que hemos creído no queda nadie a quien culpar, nadie que devuelva esos años perdidos, entregados ciegamente a una mentira. No es tampoco difícil reconocer en los relatos de Eschbach un reflejo de la historia reciente de Alemania en particular y el bloque soviético en general. Y todo esto en poco más de doscientas páginas (en serio).
Típica novela "de las que hacen afición", se lo puedes dejar a cualquier lector ajeno a la cf sin miedo alguno. Escrito con un estilo terso sin estridencias formales que recuerda a la mejor Úrsula K. LeGuin, el misterio de las alfombras resulta extremadamente intrigante y sabiamente dosificado como para hacer avanzar la intriga siempre un poquito en cada cuento, convirtiendo el libro en un entretenidísimo pasapáginas. Logrando de paso la piedra filosofal de la cf; una novela conectada a la realidad, donde hay ciencia y literatura, incluso evasión y entretenimiento.
Lamentablemente leo por el foro de Bibliópolis que esta obra no ha tenido el éxito que merece, quizá sea hora de plantearse que ciertos libros no deberían limitarse a las colecciones de género.
Esta novela plantea una cuestión interesante; ¿hay que considerar siempre las obras artística en el contexto histórico en el que nacieron para valorarlas en su justa medida o que una novela fuera de dicho contexto no funcione como debería significa que es un producto con fecha de caducidad, coyuntural y, por tanto, no válido, salvo como precursora?.
En un futuro cercano Incordie a Jack Barron, una versión televisiva del programa radiofónico de toda la vida en el que la gente llama para desahogarse, es el programa televisivo más tramposo, sensacionalista, manipulador y, por todo lo anterior, más visto de EEUU. Conducido por Jack Barron, antiguo activista hippie desencantado y reciclado en presentador de éxito (gran acierto de Spinrad que predice con precisión la carrera mediática, la entrega al poder, de muchos de los prebostes de la contracultura), que, por una llamada casual a su programa cruza su camino con Benedict Howards, presidente de la fundación para La Inmortalidad Humana, cuya línea principal de negocio son los programas de criogenización para quien pueda permitírselo en cuanto entre en vigor la nueva ley que permita congelar millonarios. Ley de criogenizazión que, compra de diversos senadores mediante, está a punto de ser aprobada en el Congreso de EEUU.
Incordie... es una furiosa historia sobre la farsa de la democracia; el resacoso despertar de unos norteamericanos post-Dallas ante la cruda realidad de un sistema político de aspecto impecable pero sostenido por una intrincada red de cloacas, intereses privados y mangoneos varios donde los representantes del pueblo representan de todo menos al pueblo, manipulados por los fuerzas del capitalismo y la economía donde reside el auténtico poder, el que cuenta de verdad. Mientras, los televotantes recibimos como alimento espiritual para formarnos nuestro propio criterio una papilla previamente digerida por medios teledirigidos que construyen una realidad falsa posteriormente regurgitada con el objeto de hacernos pensar en la dirección que convenga en cada momento.
Y ahí radica el dilema del principio, porque a la hora de leer Incordie a Jack Barron (originalmente publicada en 1969) uno no puede evitar la sensación de que le están contando algo que ha superado la realidad de la novela con creces, que tristemente sabemos (y aceptamos resignados) de sobra y que hemos leído o visto en otras ocasiones pero mejor contado de lo que lo hace Spinrad aquí (p.ej la estupenda Network de Sidney Lumet que no me extrañaría que estuviese fuertemente influenciada por esta novela).
A ratos Spinrad parece que escribe con más energía y mala leche que cabeza, está tan cabreado que no se molesta con sutilezas. En cierto momento da la sensación de estar leyendo una novela estructurada como un tebeo de superhéroes de los sesenta. Enfrenta personajes más grandes que la vida; Barron como un Batman (o mejor aún, un The Question) prodigiosamente inteligente e ingenioso cuya única arma es su programa de televisión contra un desquiciado Lex Luthor-Benedict Howards con batalla final (dialéctica) incluida. Cosa ésta que no es en absoluto mala, e incluso probablemente deliberada (a finales de los sesenta los tebeos Marvel eran muy populares en ambientes universitarios y contraculturales, no se me olvida aquel personaje de Gaseosa de ácido lisérgico que se colocaba con tebeos del Dr. Extraño de Ditko).
Este uso de elementos de la cultura popular como símbolos que apelan al inconsciente (no es difícil ver en Barron otra versión del "héroe de las mil caras") suele funcionar perfectamente, pero el resultado me chirriaba. Una historia como la que plantea Spinrad quizá necesitara el enfoque más sutil y complejo de un DeLillo por ejemplo. Además, esta falta de sutileza en la estructura narrativa contrasta con un trabajado tratamiento de personajes. Ésta es una novela en la que sus habitantes son lo que hablan y lo que piensan en contraposición a como actúan, lengua de doble filo. Y piensan pero muchísimo. Lamentablemente, a veces, estas reflexiones han envejecido mal como las charlones hippies de Sarah o son tan "de tebeo" que no se los salta ni un Stan Lee ("¡¡¡os mataré, os mataré a todos!!!", monologuea Benedict en más de una ocasión, no es de extrañar que acabe en el asilo de Arkham...). Eso sí, los diálogos son divertidísimos y tremendamente ágiles, de lo mejor de la novela.
Pero debajo la rabia y la mala ostia y las ganas de provocar y agitar conciencias, Spinrad desliza un tema tan o más interesante como el planteado incialmente y es el de la integridad (tema imporante si tenemos en cuenta que la novela se escribió en los años dorados del hippismo y la contracultura). ¿Todos los ideales tienen un precio?, ¿hasta que punto cerrarías los ojos ante la brutalidad, la crueldad y la injusticia sólo para lograr aquello que deseas?. De ahí la novela extrae suficiente energía como para remontar el vuelo y elevarse a partir de su segunda mitad, rompiendo la fecha de caducidad. A lo que tenemos que sumar como valor estimable su capacidad visionaria, más que en el análisis de la dinámica de la relación política-poder económico-medios de comunicación de masas, su acertada intuición del duro despertar que le esperaba a los USA en los setenta y, por extensión, del impacto que la pérdida de la inocencia provocaría en el inconsciente colectivo norteamericano. Vaya, que al final tampoco pude evitar caer en el relativismo.
Punto y aparte es la penosa traducción y edición, es evidente que nadie se ha leído el borrador del traductor, publicándose tal cual. Arbitrarias notas a pie de página que la mayoría de veces resultan innecesarias, dejando sin aclarar otros detalles más importantes (p.ej, no se explica que el National Enquirer es un periódico sensacionalista. O la alusión, sin aclarar, al sorprendente resultado de la pugna electoral Dewey vs Truman de 1948). Y el epílogo de Michael Moorcock es delirante, entre las toneladas de errores destaca como el cuento de Harlan Ellison, "Arrepiéntete Arlequin, dijo el señor Tick Tock", se convierte, por ciencia infusa, en tres novelas; Repent, Arlequin y Said the Tick Tock Man. En fin..., puedo llegar a comprender que me cobren más de tres mil pesetas por un libro pero que por lo menos se edite como dios manda.
Por cierto, habrán notado que ya no hay barra de navegación de Blogger en la parte superior de la bitácora (en caso contrario mirar p´arriba). No, no es ningún tipo de veleidad estética o sólo por joder. Sencillamente, Blogger ha recuperado la entrañable tradición del chivateo añadiendo un simpático botón de Flag en su barra, con el objeto de que los navegantes fácilmente escandalizables informen a la propia Blogger sobre bitácoras cuyo contenido puedan resultar ofensivos para las buenas costumbres. Me fastidia hacerlo porque Blogger nos proporciona a los internautas un servicio gratis tremendamente útil, pero ya tuve suficientes chivatos en el cole. Y quizá así obliguemos a Blogger a retirar el botón de marras. Si quieren saber más sobre esto y su solución, en HijoTonto tienen todas las respuestas.
8 comentarios:
Tengo muchas ganas de leerme Incordie... pero, gracias a tus comentarios y a los de Nacho, he conseguido que me lo deje mi jefe en English original. Y es que hay gente que no aprende.
Me miraré lo de la barra de Blogger. Ni me había percatado de la "utilidad" de dicha barra. Supongo que será uno de esos conductores hipersusceptibles quien pulsó ese botón y envió al Hobbit Gualtrapa al limbo. Porque hace ya días que su blog no está disponible...
Vaya, tenía yo pendiente comentar una cosilla en tu blog...
Bueno, sí, si tienes un buen inglés, "Incordie a Jack Barron" leélo en su idioma original, quizá sea algo complicado por que Spinrad utilizará mucho slang, pero es que esta edición es bastante desastre. ¿En qué momento algunas editoriales decidieron prescindir del corrector de estilo?.
El flag de blogger quiere decir que si tienes muchos puntitos blogger te retira de sus indíces o listados, sin borrarte la página, si aún así, sigues acaparando clics en dicha banderita blogger se reserva el derecho de ver que hacen con tu blog...
Lo fuerte es que son los internautas los que pinchan en la dichosa banderita. Así que si a alguien no le hace mucha gracia una crítica, una opinión o un color del blog, pues hala, a pinchar como loco para que acaben expulsándote. Chivateo anónimo en estado puro, es un poco penoso aunque al final no llegue la sangre al río, quiero decir, si blogger ve que un blog con gran cantidad de banderitas es "inofensivo", pasarán del tema. Pero que recurran a la denuncia anónima como herramienta de autocensura me parece patético y penoso.
Espero que al hobbit no le haya pasado nada y sea simplemente un problema técnico.
Después de leer esta entrada, también pensé que el Hobbit había caído en acto de servicio. Pero según ha explicado aquí
http://medioenserio.blogspot.com/2005/09/que-fu-del-hobbit-gualtrapa.html
ha sido abandono. Lo echaremos de menos.
Por cierto, que de La Factoría se podría escribir una serie entera de artículos con cosas como ésta. Porque hoy me he acercado por primera vez en mes y pico a una librería, he hojeado su edición de "Hellraiser" y... en fin. El relato más caro de la historia de la literatura moderna, con un tamaño de letra que no le ponen hoy en día ni a los cuentos para niños de 5 años y unos márgenes que casi son mayores que el cuerpo del texto.
El tema de la hinchazón de libros da para un post entero. No sé de donde ha salido la idea de que la gente quiere leer tochos, como si compraran los libros a peso. Y claro, si te pillas una novela o antología a tres talegos pues que pese, ¿no?. Por no hablar de una cierta "homogeneización" de colecciones. Así llegamos a extremos tan ridículos como dices.
me compré el libro porqué lo recomendaban en 'no somos nadie de M80' y la verdad que los dialogos son buenisimos y el cinismo es espectacular, estoy frito por llegar a casa y continuar con su lectura!
Lo único que me resulta un poco extraño, debe ser por la traducción son comentarios sobre Reagan (en el año 69 como presi?) o después hablan sobre un videoteléfono en blanco y negro conviviendo con el DVD ?. . .
estupenda crítica ;)
ya stá, Ronald Reagan fue Gobernador de California de 1967 hasta 1975!
Si, Reagan fue el gobernador de California y azote de hippies en la época que apuntas.
Lo del DVD es (otra) chapuza de traducción, supongo que para "actualizar" la novela, como las apariciones de Lupo Alberto, Maitena o Zipi y Zape. Porque ésta es una obra maestra de la traducción absurda, una de las más demenciales que me he podido echar a la cara (el epílogo de Moorcock es una risa).
cierto tienes razón Maitena también me llamó la atención!
Quizas en el original haya algunos personajes angloparlantes, que ha sustituido por los de aqui, pero tio, coge personajes/autores de la época en que fue escrita y no a Maitena, o ya me gustaría leer un comic de zipi zape en English jeje . . .
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